martes, 1 de abril de 2014

La importancia de la gestión emocional

Desde los albores del tiempo el hombre y sus acciones han sido controlados por el cerebro.
A raíz de un tronco básico, responsable de las principales funciones que han de mantenernos con vida como la respiración, las reacciones, el metabolismo… este órgano fue desarrollándose poco a poco.
Hace algo así como 500 millones de años, evolucionó hacia lo que llamamos cerebro reptiliano o archicerebro, gracias a él comenzamos a tener relaciones sociales básicas entre ellas el acoplamiento con otras parejas, el establecimiento de las jerarquías sociales, la selección de los jefes, la fuga o la lucha, el hambre, la sed o la protección del territorio de caza.

Hoy en día podemos detectar los restos de este cerebro cuando participamos en ritos ceremoniales, adoptamos prejuicios sociales, mantenemos opiniones políticas o creamos leyes para el mantenimiento de la sociedad. En actos como estos, realizados diariamente por gran cantidad de seres humanos está influyendo nuestra capacidad cerebral ancestral y nuestro cerebro de reptil.



Con el paso del tiempo este cerebro básico fue recubierto por una nueva capa formada por el llamado cerebro mamífero, afectivo, emocional o límbico. Se trata del cerebro de los primeros mamíferos, mediante el cual descubrimos las principales emociones, el cólera, el amor, el miedo, la alegría… comenzaron a formar parte de nosotros gracias a este nuevo cerebro, aunque continuamos actuando principalmente por instinto.

Finalmente, llegamos al cerebro humano o neocórtex que envuelve a los otros dos. Podemos decir que ahora ya somos totalmente humanos. Con este cerebro comenzamos a tener conciencia de nosotros mismos y a tener control sobre nuestras emociones. Al mismo tiempo desarrollaremos nuestras capacidades cognitivas, desde la memorización, hasta la autoreflexión, pasando por la resolución de problemas o la capacidad de elegir el comportamiento adecuado para cada situación. Se trata de un cerebro racional y consciente. Ya podemos vernos a nosotros mismos y comenzar a intentar comprendernos.

No obstante esta evolución, todavía estamos a merced de nuestros anteriores cerebros, no somos sin ellos y, en ocasiones, puede aparecer el reptil que llevamos dentro. Ante determinadas situaciones nuestra mente emocional puede tomar el control, sus actos son más inmediatos y mucho más decididos que los de la mente racional y ésta, puede quedar paralizada ante las reacciones de la otra. Nos resultarán familiares las preguntas ¿por qué he hecho esto? ¿qué me ha pasado? Ahí está escondido nuestro reptil.

Necesitaríamos conocer nuestras emociones con más profundidad. Del conocimiento siempre nace el control. De esta manera, seríamos capaces de domar nuestro cerebro primigenio en las ocasiones que no fuese necesario. Pero ¿cómo hacemos esto?


Ahora, querido adulto, tú lo tienes un poco más complicado, será necesario mayor esfuerzo por tu parte y el aprendizaje de técnicas de autocontrol  y modificación del comportamiento. Tus hijos, sobre todo si están en los primero años de su vida, son los que pueden aprovechar el momento para aprender sobre sí mismos de una manera automática, casi intuitiva y, de esta manera comenzar a hablar de tú a tú con su reptil interior. 

Ayúdales a conseguirlo, ¡fomenta su inteligencia emocional!

martes, 18 de marzo de 2014

Aprendizaje de idiomas

El estudio de un idioma es fundamental en el desarrollo del niño. Es en estos primeros años cuando se puede afianzar el conocimiento lingüístico de una segunda lengua de manera similar a la de la lengua materna.
Según el  Eurobarómetro Especial nº 243 “Los europeos y sus lenguas (2006), la Unión Europea considera que aprender idiomas a una edad temprana puede ser muy beneficioso para los niños ya que al aprender nuevos idiomas desarrollan su competencia lingüística, asimilan mejor todas las lenguas (incluida la materna) y conocen otras culturas y modos de pensar que pueden ayudar en su desarrollo general.
Si pormenorizamos un poco lo indicado por Europa, podemos decir que el aprendizaje de una nueva lengua conlleva:
  • Desarrollo de la competencia comunicativa: que introduce a su vez el desarrollo de otros conocimientos, destrezas y habilidades como las destrezas léxicas, fonológicas o sintácticas; el aumento de vocabulario o la fluidez verbal.
  • Mejor organización cognitiva: el aprendizaje de un idioma conlleva una mejora en el almacenamiento de los conocimientos lingüísticos en general, así como de su accesibilidad a los mismos por parte del niño.
  • Desarrollo de competencias sociolingüísticas y culturales: el aprendizaje de una lengua fomenta la sensibilización a las convenciones sociales (cortesía, normas de comportamiento entre generaciones, etc.) y conlleva una apertura cultural a otras sociedades.
  • Desarrollo de competencias pragmáticas: relacionadas con el uso de situaciones guionizadas o escenarios de intercambios comunicativos, en los que se practica el discurso, la cohesión y la coherencia, además de la ironía, la parodia y la identificación de tipos y formas de textos.
  • Desarrollo de actividades propias de la lengua: como la comprensión  y la expresión, tanto oral como escrita, fundamentales en el aprendizaje de cualquier idioma o la interacción propia entre individuos que se comunican.
¿Por qué el inglés? Fundamentalmente por el alcance de la propia lengua. Pese a existir otros idiomas en considerable ascenso, debemos ser conscientes de la importancia de la lengua inglesa en numerosos ámbitos del conocimiento, desde la lectura de manuales a la publicación de literatura científica, este idioma es indispensable si queremos que nuestros hijos se defiendan con eficiencia en el entorno del conocimiento en su edad adulta.
¿Con qué problemas nos encontramos? principalmente el modelo de aprendizaje actual. Según el estudio de Carmen Muñoz (Catedrática de Filología Inglesa de la Universitat de Barcelona UB) Factores escolares e individuales en el aprendizaje formal de un idioma extranjero, en el que se valoró el nivel de inglés alcanzado en niños que habían iniciado las clases de lengua inglesa a los ocho años de edad y en niños que lo habían hecho a los once años. El resultado fue que, en respuesta al mismo cómputo de horas de aprendizaje de la lengua,  los de once años tenían un mayor nivel tanto en escritura como en conversación.
De esto se deduce la importancia del entorno en el aprendizaje del niño a la hora de iniciarlo en un idioma, no deberíamos dejar en las únicas manos de los maestros y de las escasas horas lectivas la enseñanza de una segunda lengua. Será importante, por tanto, el apoyo desde casa por parte de los padres. A este efecto, existen numerosos recursos online disponibles de manera gratuita, una selección de los cuales pondremos a su disposición y los podrán consultar desde este blog.